
La auténtica música bailable es justamente una suerte de atmósfera que acompaña a un pueblo, y no sólo una técnica o recurso compositivo. Y esto es lo que nos ofrece este espléndido álbum, que toma como hilo conductor el de esta popular danza original del pueblo de Taranto, en Italia. Esta joya de disco nos conduce por danzas y canciones anónimas y de compositores conocidos recorriendo estados de ánimo que van de lo melancólico a lo reflexivo, de lo abiertamente triste a lo gozoso y festivo, en una suerte de caleidoscopio ejemplar de emociones humanas a flor de piel. Se trata de uno de los discos más notables que he escuchado últimamente, exquisitamente interpretado por Christina Pluhar y sus músicos, y cantado con gracia inigualable por Lucilla Galeazzy y el tenor italobritánico Marco Beasley, quienes dan vida a toda una cultura musical que la estentórea cultura pop de nuestros tiempos y su desmedida prisa y afanes mercantiles nos han ocultado. Una joya digna de escucharse, pero sobre todo: de bailarse y soltarse.