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jueves, 8 de marzo de 2012

Louise Farrenc • Complete Symphonies & Ouvertures


Para celebrar el día mundial de la mujer, que en la Fonoteca es cualquier día y no sólo un día de marzo, comparto la música de una de mis heroínas, la compositora francesa Louise Farrenc (1804-1875), a quien s
e le considera la Beethoven francesa, y con justa razón. Como ya lo he señalado, ella fue una de las pocas mujeres del romanticismo cuya personalidad creadora no estuvo supeditada a la actividad del marido, como ocurrió con otras figuras femeninas más conocidas que ella, pero vinculadas a sus esposos, como Fanny Mendelssohn o Alma Mahler, pese a que adoptó el apellido de su marido, un editor de partituras muy conocido en el París de la época. Al no ser éste un compositor activo, ella pudo desarrollar su capacidad creadora más allá de las pequeñas salas y habitaciones en donde las mencionadas compositoras solían escribir miniaturas en forma de lieder, y que por lo mismo nunca fueron capaces de desarrolar una auténmtica personalidad compositiva similar a la de los hombres. La Farrenc no sólo escribió música de cámara, canciones y piezas instrumentales de mucha mayor envergadura que cualquier cosa que hayan escrito la Mahler o la Mendelssohn, sino que además compuso música sinfónica, conciertos para piano y oberturas, muchas de las cuales fueron recibidas con entusiasmo por sus pares, entre los que se contaba Robert Schumann, quien la saludó con abierto entusiasmo y simpatía.

Las obras incluidas en estos dos discos incluyen sus tres sinfonías, de las cuales la primera y la tercera son especialmente notables, y en donde es posibe escuchar la poderosísima voz de una compositora que se siente a gusto en el mundo teutón de Beethoven no menos que en el de Mendelssohn, a quien es posible escuchar como inspirtación en algunas partes de su segunda sinfonía. Sin embargo, el influjo del genio de Bonn es perceptible en la decidida impetuosidad y fuerza de sus obras sinfónicas; y no obstante, es posible escuchar la original y firme voz de la compositora que más que seguir al o los maestros, dialoga con ellos a través de sus obras, con la admiración y la certeza de quien se sabe en tierra prometida. La interpretación de Johannes Goritzki hace plena justicia a la obra de una compositora que merecería mayor fortuna entre los melómanos por la estatura de su creación y por la fuerte personalidad que se adivina en los acordes de su obra.

viernes, 27 de enero de 2012

Farrenc, le Beau • Klaviertrios • Clara Wieck Trio

Una de las figuras musicales que más me han seducido, hasta convertirse en un icono en mi imaginario personal de héroes musicales, es la de la compositora francesa Louise Dumont Farrenc, a quien se le ha prestado escasa atención en casi todo el mundo, aunque su nombre debería figurar con más resonancia no sólo en el ámbito de la música, sino en el de las conquistas femeninas del mundo moderno.

Ella es relevante en la medida en que fue una de las escasas figuras femenina musicales del romanticismo que no estuvo supeditada (salvo por la adopción del apellido de su marido, un editor de música) a una figura masculina dominante, como fueron los casos de Alma Mahler o Clara Wieck, quienes prácticamente sólo escribieron música de cámara o lieder, y en los hechos jamás salieron del mundo de los salones privados a que su labor como compositoras estuvo relegada. Farrenc no sólo no fue confinada a ese pequeño nicho musical, sino que sus obras fueron editadas e interpretadas en salas de concierto de manera pública, lo que le valió incluso el elogio de Robert Schumann, quien la tenía en muy alta estima.


Louise Farrenc (1804-1875) no sólo escribió música de cámara de una calidad profundamente superior a la de todas sus contremporáneas y predecesoras, como pueden comprobar escuchando el audio del Finale - Allegro, tercer movimiento del trío de este impresionante registro digital, sino que además fue uno de los escasísimos músicos que siguió la línea musical de Beethoven, a quien indudablemente recuerda su música por su hondura filosófica, su poder expresivo y su decidio élan musical desplegado de manera soberbia y orgullosa. Además, escribió al menos un concierto para piano, música para ballet además de tres sinfonías y varias oberturas de una manufactura en verdad envidiable.

Luise Adolpha le Beau (1850-1923) pertenece al grupo de mujeres que sólo escribió música de cámara y aunque vivió hasta entrado el siglo XX, su música, al igual que la de Farrenc, aún espera su reivindicación. Ella, igual que Farrenc, parece influida también por el romanticismo teutón, romanticismo tardío al estilo de Brahms, y por ende un tanto melancólico y con ligeros acentos bucólicos, si bien su voz no es tan decidida y potente como la de su predecesora.

En cualquier caso, estamos ante un disco simplemente extraordinario, con dos compositoras dignas de mayor aprecio y divulgación entre los melómanos.