
El disco que ahora comparto con los amigos y visitantes del blog ya lo había compartido en julio de 2009, al celebrarse los 40 años de la ocasión que le dio origen, y desde aquella ocasión señalé el rogullo y satisfacción que me daba compartirlo con ustedes, debido a que se trata de un registro que es de enorme dificultad hallarlo en almacenes y tiendas de discos fuera de Rusia. Todavía hoy en día es labor casi imposible hallarlo, como tantos otros materiales compartidos en este espacio, y mientras no haya legislación alguna que lo impida, seguiré subiendo y reponiendo materiales de este tipo, esperando que ustedes los descarguen sin culpa alguna.
Este se trata de uno de los registros discográficos más importantes del pasado siglo, y como el propio Karajan lo llegó a señalar, uno de los momentos de mayor orgullo en su carrera. La visita de la Filarmónica de Berlín a la Unión Soviética fue un evento largamente esperado, y uno de los momentos claves en que la cultura occidental europea se encontró con el gran gigante y enemigo político-económico de la posguerra para presentarse con sus mejores galas. El prestigio de la Filarmónica era tal que no tenía rival sobre el planeta, y hallarse en territorio enemigo, literalmente, con las armas de la cultura era una oportunidad que no se repetiría. Los mismos soviéticos lo sabían, y tanto lo sabían, que decidieron grabar los tres conciertos que dio la orquesta en Mosú. El más importante de ellos fue el segundo, pues Karajan había programado interpretar la Décima sinfonía de Dimitri Shostakovich, considerada universalmente como su obra maestra.

El concierto se dio el 29 de mayo de 1969 con la presencia del compositor, quien sabía de la relevancia que podía tener para su obra y su vida que el máximo exponente de la cultura sinfónica europea estuviese en tierras soviéticas para tocar su obra maestra, en un contexto especialmente difícil para el compositor en su relación con los censores y su público.
Karajan empezó con el primero de los seis conciertos de Brandemburgo, de Johann Sebastian Bach, y si bien la lectura de Karajan nos puede resultar un tanto alejada de nuestra sensibilidad actual, no deja de ser una elección de enorme valor para Shostakovich, en virtud de las implicaciones simbólico-culturales que significa poner al gran iniciador de la música occidental como elemento de presentación del más grande compositor ruso del siglo XX.
La interpretación de la sinfonía de Shostakovich no podría ser más impresionante, y casi se antoja como insuperable. Pese al sonido monoaural de la época, es posible escuchar los colores y las texturas musicales manejadas con maestría incomparable por Karajan, y el compromiso de la orquesta por brindarse al cien por ciento o más es en verdad digno de resaltar. Este es uno de esos momentos milagrosos en que un compositor encuentra a la orquesta ideal para dar cauce y vida a una obra que amerita nada menos que lo mejor de lo mejor, y que dicho encuentro quede registrado para la posteridad.
Berliner Philharmoniker · Herbert von Karajan
Karajan in Moscow Vol. 2
173 MB / 1 hr. 20 min.
1. Bach: Brandemburg Concerto No. 1 in F major, BWV 1046 - I. (Allegro) [0:04:00.54]
2. II. Adagio [0:04:32.67]
3. III. Allegro [0:04:28.51]
4. IV. Menuetto. Trio I. Pollaca. Trio II [0:09:02.50]
5. Shostakovich: Symphony No. 10 in E minor, Op. 93 - I. Moderato [0:23:13.36]
6. II. Allegro [0:04:08.52]
7. III. Allegretto [0:12:09.08]
8. IV. Andante - Allegro [0:13:51.43]