Los diversos manuscritos vivaldianos redescubiertos en la última década más o menos nos han permitido ampliar nuestra imagen sobre el compositor italiano. Si hace algunos años el mayor descubrimiento fue su veta operística, no del todo novedosa, ciertamente, lo que sí resultó un pequeño tesoro fue su contacto con la Corte de Dresden y los músicos que allí colaboraban, como Johann Pisendel. Y la pequeña sorpresa fue descubrir cómo Il prete rosso incorporó a su música, estructurada sobre la base de una pequeña orquesta de cuerdas, exclusivamente, instrumentos ajenos a la tradición italiana, como los flautas, oboes, cornos y trompetas, que eran la especialidad de la orquesta de Dresden. Por eso, toparse con una versión que incluya esta clase de dotación instrumental, además de la consabida sección de cuerdas, sería todo un hallazgo... si es que no obviáramos el pequeño detalle que tal partitura no existe. La suposición del creador de esta notable versión, Federico Guglielmo, violinista del grupo L'Arte dell'Arco, debe juzgarse sobre los resultados, antes que sobre cualquier otro argumento. Y el resultado es asombroso, y exquisito.
Estamos hablando de una reconstrucción, o para decirlo con más precisión, de una reelaboración absoluta, pues, ¿cómo se reconstruye algo que al parecer nunca existió? Sin duda, a Horacio Franco, nuestro amigo flautista, esta versión le encantaría, si no es que ya la conoce. Las sonoridades son, por supuesto, muy distintas a las versiones normales, conocidas de sobra. Para empezar, toda la tensión dramática y discursiva que las cuerdas y el violín solo mantienen en las versiones originales, desaparece en esta versión. Algunos pasajes suenan bastante peculiares, como el final del Otoño, y la amplia sección de cornos de caza, que recuerdan más ciertas obras de Handel que la del propio Vivaldi. La única estación que no es arreglada con adiciones de este tipo es el Invierno, interpretado solo con cuerdas, el cual, sin embargo, tal vez por las demasiadas libertades y el contraste con las anteriores, suena bastante extraño, y uno no deja de pensar que siguiendo el criterio de los conciertos anteriores, podría haberse interpretado al menos con un oboe, o chalumeau, y flauta dulce, por decir lo menos, considerando que algunos de sus conciertos con molti strumenti incluían tal dotación instrumental. pero si uno considera que incluso Jordi Savall no fue capaz de conseguir un chalumeau en Cataluña o en toda España, mientras que en Italia Fabio Biondi sí, uno puede imagiarse que tal vez en este caso ni siquiera se plantearon tal posibilidad, y se fueron, como decimos en México, por la libre.
Como se le quiera ver, no tengo la menor duda en recomendar ampliamente esta grabación, que pese a todo, resulta notable, especialmente por la brillante e indetenible imaginación vivaldiana, la cual contrasta con la más bien aburrida y rutinaria de Giovanni Antonio Guido (c. 1660-d. 1728), un músico a todas luces inferior y de muy escaso interés, incluso con la brillante interpretación de L'Arte dell'Arco. Sus Scherzi armonici sopra le Quattro Stagioni del Anno, Opus 3, parecen de muy escaso interés, salvo para algún grupo de instrumentistas que buscan interpretar alguna rareza a cualquier costo. Sea porque se trata de una de sus primeras obras, o sea por cualquier otra razón, es bastante claro porqué hoy nadie recuerda al tal Guido, y nadie se interesa ya no se diga en tocarlo en concierto, sino incluso en grabarlo.
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ResponderEliminarHala, primero gracias por cada una de las publicaciones.
ResponderEliminarEl link de esta pagina no sirve me parece como invalido el link o archivo borrado.
Saludos y Gracias