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martes, 6 de marzo de 2012

Vivaldi • Gloria, Magnificat, Concerti • Alessandrini

En estos días se conmemoró uno más de los aniversarios del natalicio del que es, sin lugar a dudas, el músico italiano más popular del mundo, pese a que su música sufrió del olvido durante más tiempo del que lleva siendo una figura icónica de la música barroca: Antonio Vivaldi. Y nada mejor para recordarlo que hacerlo con una de las obras que mejor nos lo retratan: el Gloria. Obra sacra de enorme popularidad, que sin embargo aquí es presentada de una manera totalmente nueva, deslumbrante, y que acaso más de uno podría pensar se trata de un acercamiento totalmente alejado de los cánones conocidos en cuando a la música no sólo de Vivaldi, sino a la religiosa en general.

En efecto, la aproximación del prestigioso clavecinista y director de orquesta Rinaldo Alessandrini a esta obra canónica se aparta, de manera radical, de la casi siempre conocida interpretación un tanto recogida, para ofrecernos un cambio radical en su aproximación.

Los movimientos rápidos, empezando por el primero, son una explosión sonora casi demencial, y la aparenete velocidad con que es interpretada parece una auténtica fiesta, como tal vez debería ser un Gloria, un tipo de obra que no busca el recogimiento sino la celebración festiva. Esto parece entenderlo Alessandrini casi al pie de la letra, lo cual no significa que toda la obra sea interpretada de esta forma.

Si este primer movimiento resulta espectacular, pero que podría ser considerado poco respetuoso, y en general los movimientos rápidos son interpretados de manera mucho más rápido de lo que casi todas las orquestas que lo habían interpretado antes de esta, los movimientos lentos son interpretados de manera mucho más lenta que lo usual. Esto, lejos de proporcionar la iamgen sonora de un desequilibrio total, por el contrario, ofrece una perspectiva renovadora, pues esta alternancia de movimientos rápidos, festivos y alegres, altamente dinámicos, en contraste con otros más lentos, casi diríase dramáticos, surge no de un deseo de contraste sino de una comprensión tanto del texto latino y la intensión celebratoria, ausente por regla general de casi todas las demás interpretaciones, mucho más homogéneas y a veces rutinarias (donde todo lo tocan igual), sino de un aspecto adicional no siempre contemplado: Vivaldi no es un compositor del continente europeo: no es un alemán regido por el ascetismo protestante, ni un inglés que busca mantener una tradición inamovible, sino un compositor italiano, mediterráneo, donde el cielo azul y el clima necesariamente afectan y condicionan la relación del hombre con su medio. Al escuchar los vibrantes movimientos de esta versión es casi imposible no pensar en Monteverdi y los brillantes colores que las orquestas barrocas han puesto en evidencia en su música, de la misma manera que los restauradores han puesto en evidencia la brillantez y vivacidad de los colores de la Capilla Sixtina, alejándola de esa idea un tanto rembrandtiana de los colores oscuros y grisáseos a que nos acostumbraron los libros de arte y los documentales. Esta es una versión en verdad admirable, superior, en mi opinión, a prácticamente cualquier otra versión que me haya tocado escuchar. Una joya admirable, digna del autor que hoy celebramos.

1 comentario:

  1. http://www.4shared.com/file/116655182/62969cbb/Vivaldi___Gloria_Magnificat_Concerti___Alessandrini.html

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